A tu llegada al Ryokan te estarán esperando algunos de los empleados para darte la bienvenida. De verdad, en pocos alojamientos del mundo te sentirás tan bien recibido. A cada momento sentirás que están felices de tenerte con ellos y eso te dejará una genial sensación.
Una de las empleadas te acompañará a tu habitación, te la enseñará, te explicará cómo funciona todo y te mostrará cómo puedes ponerte la yukata que te presta el hotel para moverte por las instalaciones e ir al Onsen.
Lo primero que te va a llamar la atención al entrar a tu habitación: Es que no hay cama. ¡No hay cama! Y es en que en este tipo de hoteles, la cama se usa SOLO para dormir.
Vas a dormir en un comodísimo futón que estará tendido directamente en el suelo de la habitación (tatami).
Cuando termines de cenar, vendrán, lo prepararán todo y cuando te levantes por la mañana y bajes a desayunar volverán para recogerlo y dejar que la mesa baja vuelva a presidir la habitación.
El baño es otra de las diferencias con los hoteles internacionales. En el baño de la habitación del Ryokan siempre hay una bañera típica del ofurō es mucho más profunda que las occidentales, pero también mucho más pequeña. Su forma sirve, básicamente, para poder sentarse y que el agua nos cubra bien. Otro aspecto a tener en cuenta es la temperatura del agua, que es extremadamente caliente, al menos para los estándares occidentales y en casi todas las casas se mantiene el calor tapando la bañera una vez hayamos finalizado o con un sistema eléctrico que re-calienta el agua cuando la temperatura baja de unos determinados grados.
Para mantener el agua limpia es muy importante lavarte fuera del ofurō y sólo meterte en la bañera cuando estemos completamente limpios.